¡Qué bonita bandera!
domingo,19 Diciembre 2010
Por Jorge L. Pérez / El Nuevo Día
Por Jorge L. Pérez / El Nuevo Día
Todos coinciden en que la bandera puertorriqueña tomó de molde la insignia cubana... lo único que está en duda, sin embargo, es a quién se le ocurrió primero la gran idea.
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Bandera del ELA |
Todo el mundo concuerda en señalar que la bandera puertorriqueña, ideada a fines del siglo XIX, surgió de la idea de invertir los colores de la bandera cubana, confeccionada algún tiempo antes, lo que hacía sentido debido a que Puerto Rico era algo así como el hermano menor de la mayor de las Antillas en las luchas para conseguir la independencia de España.
También se acepta que la decisión de adoptar la nueva bandera que representaría a los puertorriqueños -y que remplazaría a la bandera del Grito de Lares como símbolo de la lucha por la independencia- surgió en una célebre reunión efectuada el 22 de diciembre de 1895 en el Chimney Hall de la ciudad de Nueva York, cuando Juan de Mata Terreforte, descrito como un veterano del Grito de Lares, le presentó la misma a un grupo de 59 exiliados puertorriqueños que componían la sección puertorriqueña del Partido Revolucionario Cubano.
Ahora bien, el asunto que nunca se ha resuelto por completo es quién fue
quien tuvo originalmente la idea de invertir los colores de la bandera que simbolizaba la insurrección cubana para dar con la puertorriqueña.
Algunos afirman que la idea vino del poeta arecibeño Francisco Gonzalo ‘Pachín’ Marín, quien, luego de que su hermano muriera peleando por la independencia de Cuba, se enlistó en 1892 en el Ejército Revolucionario de Cuba en Nueva York.
El prócer cubano José Martí era quien estaba reclutando entonces voluntarios.
Los dos poetas se hicieron amigos y, trágicamente, ambos murieron poco después combatiendo en Cuba contra los soldados españoles: Martí en 1895 y Marín en 1897.
En una carta, el propio Terreforte aseguraría después que Marín había sido el de la idea:
“La adopción de la bandera cubana con los colores invertidos me fue sugerida por el insigne patriota Francisco Gonzalo Marín en una carta que me escribió desde Jamaica. Yo hice la proposición a los patriotas puertorriqueños que asistieron al mitin de Chimney Hall y fue aprobada unánimemente”.
Sin embargo, otros aseguran que la idea fue de Manuel Besosa, uno de los directores de la sección puertorriqueña del Partido Revolucionario Cubano, y se basan en una carta escrita por su hija en la que ésta relata:
“... mi padre me pidió que cosiera varias piezas de tela de distintos colores que él mismo me había traído. Esta pequeña bandera tenía cinco franjas alternadas, rojas y blancas, y un triángulo con una estrella de cinco puntas en su interior”.
Besosa supuestamente tuvo la idea después de que la sección puertorriqueña le votara en contra a una propuesta de Terreforte para que se adoptara la bandera del Grito de Lares.
Según esta versión, fue la bandera de 8” x 5” tejida por su hija, María Manuela (“Mima”) Besosa, la que Terreforte presentó en Chimney Hall el 22 de diciembre de 1895 y la que fuera adoptada ahí unánimemente por los exiliados puertorriqueños como la bandera de Puerto Rico.
Esta es la versión, de paso, que respalda el historiador Roberto H. Todd en su libro “Historia de la bandera puertorriqueña”.
OTRA VERSIÓN
En cambio, otros le dan su voto al independentista manatieño Antonio Vélez Alvarado, quien editaba un periódico en Nueva York.
De acuerdo a su biografía, el 11 de junio de 1892 Vélez Alvarado se encontraba en su apartamento de la Calle 23 cuando, “buscando descansar la vista”, se quedó mirando la bandera cubana que colgaba de la pared de su cuarto.
“Al cambiar súbitamente la mirada, Vélez Alvarado experimentó una ilusión óptica provocada -según él interpretó- como por un “raro daltonismo”, en la que percibió que el triángulo rojo de la bandera se había tornado azul, y rojas las franjas azules”, reza el escrito que aparece en la página oficial del municipio de Manatí.
“Cautivado por la imagen percibida de un triángulo azul con la estrella blanca y unas franjas rojas -que consideró pudiera ser el diseño ideal para que fuera la bandera de Puerto Rico-, Vélez Alvarado sale inmediatamente hacia la botica de su amigo Domingo Peraza, donde adquiere papeles de seda en los tres colores”, agrega la narración.
“De regreso en su habitación, pacientemente corta los papeles blancos, rojos y azules, y con ellos confecciona el primer modelo de una bandera para Puerto Rico basada en la inversión de los colores de la de Cuba”.
“Pocos días más tarde, en la casa de hospedajes de su vecina, la puertorriqueña doña Micaela Dalmau viuda de Carreras, quien vivía en el número 221 de la calle 23”, prosigue, “Vélez Alvarado ofrece una cena y velada para la cual José Martí es especialmente invitado... y Vélez Alvarado aprovecha la ocasión para enseñarle a Martí la propuesta bandera de Puerto Rico que fuera confeccionada en tela de seda por doña Micaela, siguiendo el modelo ideado por él”.
Pedro Albizu Campos, quien también respalda esta versión, es quien da inicio a la tradición de conmemorar el día de la Bandera el 11 de junio -conmemorando la ‘visión’ de Vélez Alvarado- y la misma fue acogida como bandera oficial por el Partido Nacionalista en 1932.
Aún hoy en día, aquellos que creen en esta versión celebran como Día de la Bandera Puertorriqueña el 11 de junio, que, de paso, fue la fecha semioficial hasta que en 1995, bajo la administración del gobernador Pedro Rosselló, se mudó para el 22 de diciembre la conmemoración oficial.
De acuerdo a como ha escrito el Dr. Ovidio Dávila, antropólogo e historiador, el cambio de fecha puede haber tenido una intención política: mientras que Vélez Alvarado era independentista, a Besosa y otros líderes “se les identificaba con una línea de pensamiento anexionista y jamás colaboraron directamente con José Martí”.
Claro está, luego que Estados Unidos asumió el control de la Isla después de la rendición de España en 1898, la bandera estadounidense era la única que podía ondear oficialmente hasta que el Estado Libre Asociado acogió a la Monoestrellada como bandera oficial en 1952.
Antes de eso, la bandera se identificaba por completo con los movimientos independentistas e, incluso después, la enarboló Lolita Lebrón el 1 de marzo de 1954 en el ataque a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.
De acuerdo a algunos, incluso, el color azul original de la bandera era más claro, y fue oscurecido cuando la insignia fue absorbida por el ELA, “para que se pareciera más al azul de la bandera de Estados Unidos”.
Sin embargo, a través de la historia, no todos han estado tan preocupados por los colores o la procedencia de la bandera, como indica una célebre expresión que se le atribuye a Ramón Emeterio Betances:
“Lo primordial es conseguir la independencia. Después cualquier trapo serviría de bandera”.
También se acepta que la decisión de adoptar la nueva bandera que representaría a los puertorriqueños -y que remplazaría a la bandera del Grito de Lares como símbolo de la lucha por la independencia- surgió en una célebre reunión efectuada el 22 de diciembre de 1895 en el Chimney Hall de la ciudad de Nueva York, cuando Juan de Mata Terreforte, descrito como un veterano del Grito de Lares, le presentó la misma a un grupo de 59 exiliados puertorriqueños que componían la sección puertorriqueña del Partido Revolucionario Cubano.
Ahora bien, el asunto que nunca se ha resuelto por completo es quién fue
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Algunos afirman que la idea vino del poeta arecibeño Francisco Gonzalo ‘Pachín’ Marín, quien, luego de que su hermano muriera peleando por la independencia de Cuba, se enlistó en 1892 en el Ejército Revolucionario de Cuba en Nueva York.
El prócer cubano José Martí era quien estaba reclutando entonces voluntarios.
Los dos poetas se hicieron amigos y, trágicamente, ambos murieron poco después combatiendo en Cuba contra los soldados españoles: Martí en 1895 y Marín en 1897.
En una carta, el propio Terreforte aseguraría después que Marín había sido el de la idea:
“La adopción de la bandera cubana con los colores invertidos me fue sugerida por el insigne patriota Francisco Gonzalo Marín en una carta que me escribió desde Jamaica. Yo hice la proposición a los patriotas puertorriqueños que asistieron al mitin de Chimney Hall y fue aprobada unánimemente”.
Sin embargo, otros aseguran que la idea fue de Manuel Besosa, uno de los directores de la sección puertorriqueña del Partido Revolucionario Cubano, y se basan en una carta escrita por su hija en la que ésta relata:
“... mi padre me pidió que cosiera varias piezas de tela de distintos colores que él mismo me había traído. Esta pequeña bandera tenía cinco franjas alternadas, rojas y blancas, y un triángulo con una estrella de cinco puntas en su interior”.
Besosa supuestamente tuvo la idea después de que la sección puertorriqueña le votara en contra a una propuesta de Terreforte para que se adoptara la bandera del Grito de Lares.
Según esta versión, fue la bandera de 8” x 5” tejida por su hija, María Manuela (“Mima”) Besosa, la que Terreforte presentó en Chimney Hall el 22 de diciembre de 1895 y la que fuera adoptada ahí unánimemente por los exiliados puertorriqueños como la bandera de Puerto Rico.
Esta es la versión, de paso, que respalda el historiador Roberto H. Todd en su libro “Historia de la bandera puertorriqueña”.
OTRA VERSIÓN
En cambio, otros le dan su voto al independentista manatieño Antonio Vélez Alvarado, quien editaba un periódico en Nueva York.
De acuerdo a su biografía, el 11 de junio de 1892 Vélez Alvarado se encontraba en su apartamento de la Calle 23 cuando, “buscando descansar la vista”, se quedó mirando la bandera cubana que colgaba de la pared de su cuarto.
“Al cambiar súbitamente la mirada, Vélez Alvarado experimentó una ilusión óptica provocada -según él interpretó- como por un “raro daltonismo”, en la que percibió que el triángulo rojo de la bandera se había tornado azul, y rojas las franjas azules”, reza el escrito que aparece en la página oficial del municipio de Manatí.
“Cautivado por la imagen percibida de un triángulo azul con la estrella blanca y unas franjas rojas -que consideró pudiera ser el diseño ideal para que fuera la bandera de Puerto Rico-, Vélez Alvarado sale inmediatamente hacia la botica de su amigo Domingo Peraza, donde adquiere papeles de seda en los tres colores”, agrega la narración.
“De regreso en su habitación, pacientemente corta los papeles blancos, rojos y azules, y con ellos confecciona el primer modelo de una bandera para Puerto Rico basada en la inversión de los colores de la de Cuba”.
“Pocos días más tarde, en la casa de hospedajes de su vecina, la puertorriqueña doña Micaela Dalmau viuda de Carreras, quien vivía en el número 221 de la calle 23”, prosigue, “Vélez Alvarado ofrece una cena y velada para la cual José Martí es especialmente invitado... y Vélez Alvarado aprovecha la ocasión para enseñarle a Martí la propuesta bandera de Puerto Rico que fuera confeccionada en tela de seda por doña Micaela, siguiendo el modelo ideado por él”.
Pedro Albizu Campos, quien también respalda esta versión, es quien da inicio a la tradición de conmemorar el día de la Bandera el 11 de junio -conmemorando la ‘visión’ de Vélez Alvarado- y la misma fue acogida como bandera oficial por el Partido Nacionalista en 1932.
Aún hoy en día, aquellos que creen en esta versión celebran como Día de la Bandera Puertorriqueña el 11 de junio, que, de paso, fue la fecha semioficial hasta que en 1995, bajo la administración del gobernador Pedro Rosselló, se mudó para el 22 de diciembre la conmemoración oficial.
De acuerdo a como ha escrito el Dr. Ovidio Dávila, antropólogo e historiador, el cambio de fecha puede haber tenido una intención política: mientras que Vélez Alvarado era independentista, a Besosa y otros líderes “se les identificaba con una línea de pensamiento anexionista y jamás colaboraron directamente con José Martí”.
Claro está, luego que Estados Unidos asumió el control de la Isla después de la rendición de España en 1898, la bandera estadounidense era la única que podía ondear oficialmente hasta que el Estado Libre Asociado acogió a la Monoestrellada como bandera oficial en 1952.
Antes de eso, la bandera se identificaba por completo con los movimientos independentistas e, incluso después, la enarboló Lolita Lebrón el 1 de marzo de 1954 en el ataque a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.
De acuerdo a algunos, incluso, el color azul original de la bandera era más claro, y fue oscurecido cuando la insignia fue absorbida por el ELA, “para que se pareciera más al azul de la bandera de Estados Unidos”.
Sin embargo, a través de la historia, no todos han estado tan preocupados por los colores o la procedencia de la bandera, como indica una célebre expresión que se le atribuye a Ramón Emeterio Betances:
“Lo primordial es conseguir la independencia. Después cualquier trapo serviría de bandera”.
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